Después de años y años de aquellas largas y entrañables tardes de sábado
viendo la película de las 4 en blanco y
negro, al terminar la comida y despanzurrarme durante unos
minutos en el sillón frente a la tele, me dejo vencer por el sopor y todavía me viene el sabor del chocolate y el chusco de pan que mamá nos
daba para merendar. Me gustaba hincar unos cuantos bocados a discreción y fabricar
una bola sabrosísima en la boca, una especie de masa pastelera compuesta
de miga y cacao que acababa por desbordarse entre los labios y que me tintaba los morros de un color
amarronado, un tanto aguado.
Pero mientras daba cuenta de la merienda, lo que más gustaba era dejarme
llevar por la película, sobre todo si en ella aparecían aventureros intrépidos
que atravesaban sin despeinarse una selva tupida y salvaje a golpes de machete,
zis, zas, arriba y abajo, a izquierda y derecha. A menudo, la hilera humana se
detenía en el sendero recién abierto porque el chico bueno americano, la chica guapa, y su fiel guía nativo, quienes por supuesto abrían brecha en vanguardia, de repente advertían que de una liana, estratégicamente colocada entre
dos gigantescos árboles, colgaba una tremenda serpiente. El reptil mostraba su repulsiva lengua bífida y en un santiamén el
boy se deshacía de ella con un golpe certero de machete mientras la rubia
profería un grito y se pegaba a su brazo como hiedra a una pared.
En mi apenas recién estrenada
racionalidad, yo me preguntaba si el guía no estaría tomando el pelo a toda aquella cuadrilla de pijos bwuanas tocados con salacot introduciéndoles
en los más inhóspito y recóndito de la selva africana a través del peor camino de todos los posibles, con la
intención de que valorasen su trabajo más allá de su justa medida. Porque el hecho
de que la troupe de aventureros de pacotilla ignorase los secretos del terreno
que pisaban era lo más lógico, pero lo
era mucho más que el experto guía nativo no ya conociese sobradamente otro trayecto
mejor, más abierto, cómodo y
menos sufrido para sus amos, sino que supiese hasta el nombre de pila de cada uno de
los bichos que no dejaban de emitir sonidos durante toda la expedición y que convertían a la selva en un lugar misterioso, ignoto y oscuro, desbordado de peligros al acecho en cualquier recodo del territorio por explorar.
Lo que son las cosas de la memoria; a dónde nos puede llevar el recuerdo del sabor del pan duro y del
chocolate. Mi recorrido habitual para llegar a mi lugar de trabajo transcurre
por la autopista catalana C58, la llamada autovía del Vallès. A la altura de
Sabadell, poco después de pasar por el IKEA recién inaugurado (a las puertas
del cual han pasado unos cuantos cientos de humanos su fin de semana a la intemperie para que les regalasen un cheque
de 500, 200, 100 ó 50 euros en productos suecos fabricados en Vietnam),
miles de automovilistas como yo, durante días y días, hemos leído somnolientos dentro de nuestros coches un
grafiti pintado en uno de los muros de la autopista con la inscripción “Ara
Independència. ERC”. La pintada estaba, como se dice ahora, currada de verdad; incluía
una senyera coronada por una hermosa
estrella de cinco puntas blanca sobre el ya celebérrimo triángulo piramidal invertido azul marino. Su pulidísima factura denotaba
que los artistas patriotas se habían
vaciado en su elaboración, seguramente
ejecutada durante las frías horas de la madrugada al amparo de la noche y
corriendo el riesgo de ser sorprendidos por una patrulla castellanohablante de los Mossos d’Esquadra (que los hay).
El muro donde ha estado luciendo hasta ayer mismo el desiderátum secesionista tiene una longitud de unos dos kilómetros. En
dirección norte, una vez rebasado ese punto
kilométrico, siempre ha servido de
lienzo reivindicativo, artístico y territorial a raperos impenitentes, tribus urbanas,
adolescentes sin padres, y virtuosos del esmalte aerografiado. Los militantes de ERC que
ocuparon varias decenas de metros con su propaganda acrílica seguramente no
conocen la ley de la noche porque, mira
tú por donde, fueron a gritar la secesión con sus brochas y sus rodillos en lo
más tupido de la selva vallesana, en el
sendero de los elefantes, en la vereda que conduce indefectiblemente a la gran olla
caníbal, al territorio sagrado donde se dejan macerando a la humedad de los días sin sol, calaveras
de mono, armadillos desollados y pieles secas de boas constrictor.
Y claro, la selva recupera lo que es
suyo. Uno puede deshacerse a machetazos de la maleza para abrirse camino pero,
casi al instante, vertiginosa y
prodigiosamente, a la espalda vuelve a crecer
la vegetación con tal velocidad que si el explorador hiciese por
mirar hacia a atrás no vería más que el mismo enmarañamiento que tiene por
delante, mientras el guía continua al frente, trazando con fingido cuidado, un paso tras otro, gesto
y semblante concentrado, intentando amagar esforzado la sonrisa que puja por aflorar.
Efectivamente, en la mañana de ayer ya no se podía leer la proclama soberanista de
letras de molde. Las pintadas urbanas la habían ahogado como si fuesen lianas selváticas, voraces hiedras salvajes, gigantescos
helechos tropicales. Sobre ella lucen ahora unas extrañas letras grises,
angulosas en sus extremos, inclinadas hacia la izquierda, de prodigioso equilibrio
en sus proporciones cuyo significado solamente
conocen, a saber, la tribu que se ha hecho
con el territorio y el poblado enemigo, es decir, la fauna nocturna -salvaje- que pulula en las noches
suburbiales los lugares más peligrosos, allá donde sus
miembros pueden demostrar el valor, donde se juegan el honor y donde son capaces de dejar la vida por un
pedazo de hormigón que consideran suyo, y nada más que suyo. O sea, más de lo
mismo.
CODA:
(IKEA Sabadell regalaba productos y dinero a quien el día de la
inauguración vistiese prendas con los
colores de la bandera sueca.)
5 comentarios:
Bravo!! jajjaaja me alegra ver que estas en activo otra vez en este mundo de letras selváticas. Abrazos.
Me apunto a la merienda de pan con chocolate, a tu selva y tus dos folios. Saludos
¿Y qué dirá Oriol Jonqueras a los que han destrozado su emblema? Homeeeeeeeeeeeeeeeee, això no es faaaaaaaaa............!!!
Besos, Ester
Alta cocina: todos los ingredientes muy bien ligados... en un símil tan prolongado, que seguramente continuará, dada la agitación de slogans y banderas y agravios.
Ester, no sé si el susodicho logrará articular siquiera era mínima expresión...
Saludos!
Vivito y coleando, Loli. Aquí seguiremos hasta que se acaben las pilas
Johancome, bienvenido. Siempre es una alegría contar con nuevos amigos. Espero no defraudarte
Ester, de momento OJ juega a la puta y a la ramoneta. Tiene buen maestro. Estará por pver si son más independistas o más de izquierdas. Estas tesituras son la prueba del nuevo para los partidos que quieren hacernos creer que son capaces de conjugar sus objetivos nacionales con los sociales. Cooperar con el rey de los recortes (Artur Mas) en aras de conseguir una independencia que nos sacará del atolladero de la manita del mismo que nos cierra ambulatorios se me antoja un sofisma de lo mas chusco.
Sí, Ana, tenemos para rato.A la que nos ponen la bandera en los morros no vemos más allá de la nariz. ERC quiere joder pero sin coyunda, como el espíritu santo. O por lo menos sin que se sepa. Otro partido más cuyas siglas dejan de ser definitorias para convertirse en tapadera, en puro camuflaje.
Besos a tod@s
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