Los caracoles son seres indefensos pero prudentes. Tienen ellos tan alta conciencia de su vulnerabilidad que han desarrollado a través de los siglos un preciso y sofisticado sistema natural de control que les protege de sí mismos. Porque el caracol es en realidad una babosa a la que, gracias a las propiedades químicas de su baba, le ha crecido un caparazón construido pacientemente durante su proceso de crecimiento, y cuya composición contiene elementos altamente protectores, muy preciados por los laboratorios de cosmética. Sin embargo, si el caracol se excediese en tan sólo media micra a la hora de calcular el grosor, el volumen y la superficie total de su coraza, moriría aplastado por su propio peso. De ahí que el caracol sea un ser extremadamente prudente y meticuloso. De hecho, la espiral de la concha del caracol es una de las formas más complejas y trabajosamente elaboradas que existen. Una sola, una ínfima, milimétrica, insignificante vuelta más en la espiral, y el caracol moriría sin remedio. Así es que, desde que el otro día me lo explicaron, admiro más si cabe a estos pequeños gasterópodos cornudos, porque desde siempre he pensado que son la excepción que confirma la regla de la teoría de la evolución. Son seres tremendamente débiles, antonomasia de la lentitud, que no disponen de ningún tipo de defensa, y mucho menos de armas ofensivas, y sin embargo pueblan el planeta, de polo a polo, desde hace millones de años, por lo que, de momento, no parece que vayan a extinguirse, como así ocurre con otras especies que a simple vista son mucho más fuertes, más inteligentes, y con una gran experiencia, o amplio y valioso background (aprendo rápido), en el proceloso quehacer de la supervivencia, como por ejemplo rojos, izquierdistas, progresistas, socialistas, comunistas, anarquistas y alternativos.
Estas especies han aprendido a través de años de lucha que si quieren sobrevivir en este mundo global tienen que adaptarse a él. Pero como la acción de adaptación al medio contra el que luchan es en sí misma una contradicción con respecto a su naturaleza, el resultado les aboca a la extinción, entre otras razones porque han interpretado mal su función y han querido utilizar estrategias de supervivencia poco adecuadas para su fisiología y el medio en el que se mueven. Es más, se podría decir que han intentado copiar al eterno caracol. Se mueven lentos, sin reflejos. Antes de hacer el más mínimo movimiento parece que un cuerno le pregunte a otro, que los dos se enzarcen en un debate sin fin, cada cual mirando hacia un extremo, hasta que al final deciden ponerse en marcha, muchas veces sin mirar, a menudo en grupo, juntos, aunque para ser sinceros, da la sensación de que unos y otros siguen el camino que mejor les conviene. Pero sobre todo, en lo que más han copiado este biogrupo al caracol es en la construcción de su propia fisionomía, es decir, en la creación de su identidad, que es su caracola, su concha, su caparazón, su coraza. Ni una vuelta más de las convenientes en la espiral: mucha prudencia, nulo riesgo e inexistente imaginación, porque de lo que se trata es de sobrevivir, de perpetuar la presencia inamovible en el tiempo en un rastro de babas que brillan en la tierra como el recuerdo de unos pocos triunfos a lo largo de la historia, para finalmente servir de suculento alimento a quienes encuentran en el camino, gigantes de poder desmesurado que les desprecian como a hormigas de verano, que les chafan sin esfuerzo con gran gozo al escuchar el sonido de la concha despachurrarse bajo el pie. Pero ahí están, y estarán, por poco tiempo, aburridos, carentes de imaginación, resbalando en sus lamentos y ocupando rincones insignificantes, veredas, márgenes, cunetas, riberas, y arbusteras sin otra ambición que la de construir a la perfección la espiral de babas que les distingue de la valiente babosa.
Vuelvo mañana
17 comentarios:
Comencé el otro día maravillado tu texto. Como quien lee un artículo del último número del National Geographic (hablarán de caracoles en el National, digo yo). Maravillado por esas cosas de la naturaleza, de las cuales sé tan poco y quizá por eso me maravillan tanto. Incluso, en el fervor de la lectura, se me ocurrió comentarte que me encanta comerme los caracoles, que queda fatal dicho así, pero soy de Lleida, chico, y ahí los comemos. Incluso iba a comentar la anécdota de una vez que visité el Restaurante Los Caracoles de BCN, lugar habitado por los guiris más exóticos del mundo. Pedí mi ración de caracoles y en esos momentos el exótico fui yo. Me fotografiaban con el mismo horror que si yo fuera a la China y viera a un chino degustar perro. Lo mismo.
Todo eso iba a contarte. Pero las ideas se quedaron heladas en mi mente al llegar a la segunda parte del texto. Ahí, la comparación, la alegoría casi, impedía que yo pudiese contarte mis experiencias gastronómicas porque, visto desde el otro punto de vista, quedaba fatal. Quedaba fatal en general y quedaba fatal yo, en particular.
La lectura es tan desoladora que mira, de perdidos al río, y ya te cuento lo que el otro día no me atreví. En general estoy de acuerdo con tu mirada lúcida. Pero también es cierto que muchas veces son los propios caracoles los que se equivocan, pero como esa parte crítica creo vislumbrarla en ese final excelente, no me queda más que decirte que estoy de acuerdo. Aunque seas durísimo, con un humor muy negro y a veces más tremendo que un nublado. Un abrazo enorme, gestador de analogías desoladoras...
Sí. Los caracoles como imagen. Me encanta y la uso a menudo en los relatos. No en el blog, allí todo ocurre más rápido, pero en los relatos es otra cosa. Lentitud, espiral, babas y fragilidad. Sí. Los caracoles. Lo llenan todo. Hay caracoles de muchos colores y tendencias. Me gustan los caracoles como metáfora.
Muy sutil, pero yo hubiera utilizado el virus como metáfora de las aspiraciones de las minorías sobre las ambiciones de las mayorías.
Un virus es la forma de vida (nace, crece, se alimenta, se reproduce y muere) más simple y a la vez más perfecta que existe. Existen desde mucho antes que todas las especies que podemos encontrar hoy en día sobre la Tierra, y parece imposible su extinción. Se nutren de los seres vivos, que con el tiempo terminan desarrollando inmunidad (ya sea por medios naturales o por vacunas). Cuando llega ese momento, el virus en cuestión tiene la capacidad de mutar para sobrevivir, aunque su finalidad y función sigue siendo la misma.
Por eso me gusta comparar las ideas de los "inadaptados" con los virus: van a recibir el rechazo de las mayorías, por tanto intentarán ser destruídas. Los que poseemos esas ideas debemos ser capaces de adaptarnos al medio y saber formularlas de la forma "políticamente correcta" hasta que sean aceptadas como "políticamente correctas", sinó hay el peligro de que con el silencio esas ideas mueran. Porque el silencio es la alternativa a la adaptación.
De esta forma, como un virus, cada idea siempre será la misma y tendrá una misma meta. Su supervivencia dependerá de la capacidad de adaptación al entorno.
La gracia de esta metáfora es que un virus es percibido como algo negativo para la mayoría de los lectores, igual que una idea alternativa también lo es, ya que cuando uno de ellos habita en nuestro interior nos provoca unos síntomas diversos generalmente desagradables. Sinembargo, no es algo negativo para los que se lucran con vacunas, o para los que desean ver reducidos algunos sectores de la población (no entraré en teorías conspirativas). A lo que vengo a referirme es que un virus, como una idea, puede ser bueno o malo por sí sólo para su entorno, pero en un momento dado puede ser trascendental para todo un medio según el uso que se haga de él.
Invito a todos los que tengan ideas que puedan contribuir a crear un mundo mejor a evitar el silencio y procurar adaptarlas al entorno de manera que puedan llegar a cumplir su fin mediante su difusión.
Salud y felicidades por el escrito.
Alan.
Parafraseando aquel viejo anuncio de un juego de mesa que decía "acepto pulpo como animal de compañia", decir que yo también acepto las alegorías en TODOS los contextos... pero igual sería interesante mencionar el hecho, de que los "virus" como organismos "perfectos" que dice Alan, son "persé" PARÁSITOS OBLIGADOS. Es connatural a ellos ser así... Sin más, tenerlo en cuenta, por aquello de la "difusión" de los mismos...
Salud a todos
Ramon. Los caracoles son uno de mis platos preferidos, sobre todo a la Llauna, con una manita de all i oli y buenos tragos de Costers del Segre. Resulta que ahora ando con la lectura de "El pensamiento secuestrado" de Susan George, y me doy de ecabezazos viendo lo mal que lo estamos haciendo y lo bien que lo hacen los otros. Todo vino a parar con el proceso de creación del caparazón que me explicó alguien por quien daría la vida, como Dolores. Y se unió en mi inconsciente y de ahí me salió esa mala baba (de caracol.
Cultarajos, tienes razón: El potencial alegórico del caracol es inmenso. Hasta ahora mismo ni lo había pensado. ¿dónde tienes esos relatos? ¿por qué no colgar relatos en el blog?
Alan, tu visión de la cosa es un tanto diferente a la que yo quiero llegar. Tu hablas de utilizar la estrategia del virus para hacer llegar las propuestas de las minorías, de los que llamas "inadaptados". Pero percibo cierta bondad, o ingenuidad en el carácter de tus virus, la misma que la del caracol. Estirando la metáfora un poco, la cosa es que ambos se mueven con reglas ajenas a su naturaleza y jamás van a poder hacerse con las riendas, ni cambiar nada. Mi idea es que hay que trabajar con métodos nuevos, ideas nuevas, y utilizar para ello reglas propias. O bien ser más radicales que el otro extremo, que exprime al máximo y sin complejos todos los recursos a su alcance. Lo demás es una pantomima. Com le digo a Eastriver, la lectura de Susan Goerge és clarividente.
Belen, creo que tenemos todos demasiado miedo a dejar de tener los cuatro aparatos que tenemos, a no poder ducharnos todos los días, a no poder ir al cine bien vestidos, a resfriarnos, a que se nos estropee la lavadora... a darle una vuelta más a la espiral para ver qué pasa. Sobreviviremos por los siglos de los siglos, pero arrastrándonos.
¡¡Salud y un abrazo a todos! Es estupendo poder charlar con vosotros
Hablador. El blog es esencia, impulso. El blog es hablar. Se llena de dientes, de ideas, de ráfagas de viento. A mis caracoles les gusta la tranquilidad. Buscan la sombra. Buscan la humedad. Se refugian en las bibliotecas. Esas metáforas están en libros. Otras estarán, si no los aplasta cualquier pie.
Pensando en esto creo que soy domador de rarezas. Ratas, moscas, cucharachas, caracoles. Soy domador de bichos. Pero no lo consigo. No logro domar su impetú y crean historias. En el blog estoy domesticando a Quisque. Es un bicho especial. Un humano. Un reto. Estás invitado a conocerlo en culturajos.blogspot.com
Seguiremos en contacto.
Por cierto, en mi tierra el caracol va con arroz y conejo.
No lo dudes, voy a visitarte y a conocer a Quisque. Los caracoles salen con el sol, aunque es verdad, se crecen y se refugian en la sombra húmeda; por eso los míos jamás llegaran a ningún sitio porque cuando más se les necesita, cuanto más oportunidad tienen de hacer algo, o se quedan donde estaban, o salen a destiempo, y entonces mueren aplastados o abrasados sobre el fuego.
Yo también he hablado sobre ratas y otros bichos raros, como las palomas.
http://elpobrecitohabladordelsigloxxi.blogspot.com/2008/11/deconstruccin.html
http://elpobrecitohabladordelsigloxxi.blogspot.com/2009/05/otro-atardecer-en-la-plaza.html
¡Salud Culturajos, nos vemos pronto!
Hola veo que no pierdes el ritmo de tu escritura.
Según tu metáfora, la izquierda --comunistas, socialistas-- y también los anarquistas no son lo suficiente activos, de ahí la lentitud del caracol, y tampoco quieren arriesgar buscando nuevas ideas, métodos o sistemas políticos.
Puede que tengas razón, pero no estoy del todo de acuerdo. Yo creo que uno de los problemas es que no existe la izquierda, todo se ha quedado en la ideología del libre mercado. Creo que los partidos socialistas o comunistas actuales sólo se diferencian de los partidos de derechas en que destinan más dinero a empresas públicas y ayudas sociales, pero el sistema económico de sus programas es el del libre mercado, es decir, sociedades competitivas, consumistas, ambiciosas en ascender en la escala social, con ese ideal de progreso burgués, y de libertad individualista.
Y si no te gusta ese tipo de sociedad, entonces cabe pensar: ¿se puede luchar contra ella? ¿Es posible algún movimiento utópico, ideológico, social o político capaz de cambiar esta inercia? Por ejemplo el socialismo o el comunismo. No olvides el fracaso histórico de todas las revoluciones del s.XX: la URSS, Cuba, China. No olvides que lo que llamamos capitalismo es un sistema ideológico que parte del interior del ser humano --de su envidia, miedo, codicia, odio-- y no es una teoría filosófica o economica como la de Marx. Es cierto que tiene pensadores que transforman estos sentimientos en sistemas económicos, como Adam Smith, y entonces la envidia pasa a llamarse ambición; el miedo, seguridad; la codicia, ahorro; y el odio, competitividad. Recuerdo una meditación de Orwell que observaba que todos sus amigos de izquierdas no dudaban en afirmar que querían una sociedad igualitaria. Pero después, al verlos luchar por este ideal, lo hacían de forma que acababan siempre derrotados. Entonces Orwell concluía que cambiar la sociedad de clases por una igualitaria, no es solo un cambio político y social, implica cambiar todo lo que somos, desde nuestras pequeñas costumbres hasta sentimientos más profundos sobre nuestros conocimientos o la memoria, y ese es un precio que sus amigos no estaban dispuestos a pagar: preferían ser derrotados.
Sin embargo, hoy más que nunca parece necesario cambiar este sistema económico, el capitalismo, que amenaza con deshumanizar al hombre y acabar con la naturaleza. Y curiosamente, yo creo que lo que más daño le ha hecho no han sido los movimientos anticapitalistas, sino el que la sociedad se paralizara, no se moviera en ninguna dirección, que se volviera pasiva y no quisiera entrar en el juego que ofrece el capitalismo. Es, por ejemplo, lo que ocurrió el julio-agosto del 2008. En esos dos meses, la sociedad americana se paralizó, bajó de manera muy significativa su nivel de consumo, sobre todo, dejó de comprar pisos. Al disminuir la demanda de estos, disminuyó también la demanda de hipotecas, y esto hizo que saliera a flote el tinglado financiero de muchos bancos. Supongo que ya sabes como sigue, pero, en resumidas cuentas, cuando la sociedad dejó de consumir, hizo temblar al sistemas más que cualquier revolución.
Entonces, ¿es necesario una izquierda valiente y activa, o mejor una sociedad que no quiera entrar en el juego del capitalismo?
Anónimo, creo que necesitaría más de un momento largo, con un par de whikys, en debatir mano a mano y por partes lo que comentas. Pero sintentizando. No creo que el capitalismo sea consustancial al ser humano. Esa es una idea absolutamente conservadora. Yo soy humano (inmortal pero humano) y te aseguro que no me parezco en nada a Rockefeller o al consejero delegado de cualquier empresa. En segundo lugar, no es cierto que la URSS sea el fracaso del comunismo, sencillamente porque lo que se puso en pràctica fue un sistema burocratizado que generó una clase dirigente muy paracida a la burguesa capitalista (todo menos comunismo). China es un pais supercapitalista con una disciplina dictatorial y Cuba es revolucionaria, socialista, sus logros están ahí, pero como país han vivido toda su existencia sometida a bloqueo y a economía de guerra.
En una cosa estoy de acuerdo: los actuales partidos de izquierdas estan obsoletos, de ahí mi metáfora del caracol, pero eso no significa que sea imposible crear una sociedad diferente a la que tenemos. Si la herramienta no funciona, hay que cambiarla y adaptarla al medio de pensamineto único en la globalidad que nos toca vivirCreo que es necesario cambiar. Y efectivamente, en la fabricación de esa nueva herramienta, uno de los primeros objetivos sería influir en el pensamiento de las personas para generar cambios de actitud y de cultura tal y como vienen haciendo los neocon desde hace más de 30 años, como muy bien explica Susan George en "El Pensamiento secuestrado", con la izquierda absolutamente paralizada mirándose el ombligo de su bienpensantismo.
Francia y algunos vive ahora la emergencia pujante de un nuevo movimiento de izquierdas liderado por el cartero-filósofo OLiver Basancenot que se mueve dentro del movimento de la Nueva Izquierda anticapitalista Europea. Es un movimineto esperanzador, con nuevo discurso, nueva gente y nuevas maneras de hacer. A ver que en qué desemboca esta nueva herramienta.
En cualquier caso, creo que lo fundamental es no creer lo que los herederdos de la Escuela de Chicago vienen voceando desde hace años: que no es posible otra sociedad que la que se fundamente en el libre mercado y en el capitalismo. ¡Claro que es posible! Ninguna idea es consustancial al hombre. Las ideas nacen, se crean y se desarrollan , y por eso tienen consecuencias. Bien lo saben los otros, y lo prueban con sus éxitos más que evidentes... hasta ahora.
Anónimo, gracias por dar pie a este ratito de debate, que me apasiona. ¡Salud!
¡Los Caracoles!
Era obligado, recién llegados a BCN cisitar el ecótico local porque lo de los pollos a l'ast, a los asturianos. Luego supe que el lokal había sido colectivizado en el 36 gracias al buen hacer de un camarero.
Aun así, los caracoles.... ¡Jamás!
Gastronómicamnee hablando (el sustrato celta impera)
Y mira que devoramos los vígaros; pero saben a mar. En cambio, de los caracoles, admitíamos el valor terapéutico de sus babas en según qué contratiempos, pero no más. El eterno dilema entre contingencia y... ¿cómo se decía? ¿Necesidad?
Íbamos por los montes en otoño y los caracoles apestaban (de tan prolíficos), pero sentíamos una gran ternura por las babosas (pese al nombre), siempre rezagadas e indefensas, siempre en minoría, siempre bellas e inútiles, siempre vulnerables. Será la maldición del no-lo negro?
Asoro las babosas (y los renacuajos)y tengo piedad por esos caracoles que lo devoran todo, pues que aparecenentre los geranios y se comen las hojas de la enredadera autoctona y perforan las calas y... Cada vez me parecen más a los gorriones, depredadores ambos.
Habrá que olvidar las tiernas canciones de infancia y crecer, sabiendo que el caracol, con los grabados de su concha, tirnr mrmoria y... poder.
Metafóricamente hablando!
Tienen poder de poder, poder potencial, memoria para poder, pero ahí estan, a cuestas con su espiral, vegetando, miedosos, apáticos, paseando su vulnerabilidad, haciendo gala de ella, en lugar de enseñar los dientes.
No voy a parafrasear sobre el caracol como lo estáis haciendo vosotros. De todos los animales que puede haber y que conozco, a éste no lo soporto...me da asco,manía,,,todos los adjetivos peyorativos que os podáis imaginar!!
Y menos comerlo!!! Y eso que por la tierra en la que vivo si no te gustan los caracoles te dicen: Si són boníssims!!
Eso no quiere decir, Pobrecito Hablador, que no nos reunamos para comer caracoles de Balaguer, como hablamos hace unos meses.
NENA
Ya sabes lo que dice el refrán NENA, "en casa del herrero, cuchara de palo". ¡mmmmmm! No estaría nada mal unos caracolitos en Balaguer...
Ya hablaremos. ¡salud!
que bonito es hablar y dibagar entre pensamientos, metaforas y no tan sutiles analogias, pero la pregunta es. que estais haciendo para canmbiar esta sociedad enferma y contaminada que poco a poco nos va empujando a un final en el que no seremos mas que un numero, una direccion de correo o en vuestro caso no mas que un mensaje en un bloc que denuncia la posicion de los que intentan hacer algo, mejor o peor pero lo intentan, que haceis vosotros? ir el extremo, a eso lo llamo ser radical, tudo lo radical esta condicionadoi a crear malestar y conflictos cuando no jenocidios, miraros mas a vosotros y dejar de criticar a los que lo intentan.
¡Caramba Anónimo, qué fuerza, qué ímpetu! Quizás tengas razón y lo sencillo sea patalear inutilmente desde un blog. Si te animas y reinventas conmigo la herramienta con la que cambiar las cosas yo me animo y me arremango. La que hay ahora y de la manera que se utiliza no sirve, eso es lo que pienso. No pretendo, ni mucho menos, despreciar el trabajo que hace mucha gente: todo mi respeto. La herramienta no sirve y las maneras de hacer las cosas no son las adecuadas. El enemigo es muy poderoso. Está en cada uno de nosotros, en nuestro vecino, en nuestro mejor amigo. Han han conseguido lo esencial: hacer pasar como consustancial al hombre todos sus valores, y eso no se cambia yendo a votar, o dentro de una lista electoral, o con reuniones maratonianas en la célula, en el comité local, ni siquiera saliendo de mani... Siento de verdad que te hayas sentido mal con mi texto. ¡Salud!
Este caracol parece que se va a la fiesta de halloween,da miedo ,nunca pensé que tenían los dientes tan largos y afilados ,parecen los vampiros de mi hostal. Soy Loli del ¨hostal mi loli¨. Gracias por ponerte como seguidor mio, yo también me he puesto como seguidora tuya, me pareces un poco raro y romántico aparte de buen escritor. Que miedo da este caracol.
Gracias Loli. Eso es lo que me gustaría, que los caracoles diesen por lo menos miedo, pero mucho me temo que la fotografía no deja de ser un montaje y que a día de hoy los carcoles no le quitan el sueño a nadie.
¡Salud Loli!
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