Casi se me olvida celebrar mi propio cumpleaños. 200. Un 24 de marzo en la madrileña Cuesta Ramon, cerquita de la calle Segovia. La actualidad, los recuerdos y la ausencia de Dolores, tantas noches, me dejan exhausto, con las energías justas para poder dar un vistazo ahí afuera y pontificar a diestro y siniestro. La historia, la fama y la red me protegen. ¿Quién se atreve con un muerto?.
Para celebrarlo vi la televisión: una película en la que los 3 últimos inmortales del mundo dirimen a espadazo limpio quién de ellos quedará para contarlo, porque sólo puede quedar uno. Los tres personajes en liza son, a saber, un viejo (con perdón del pleonasmo), un guapo y un bruto malo. El viejo le enseña a luchar al guapo para que se defienda del bruto que está por llegar, y que a su vez corta cabezas como quien pela una naranja. Si el bruto malo vence, las tinieblas cubrirán la tierra y el reino del mal gobernará los destinos del mundo. Si el guapo vence se supone que todo seguirá igual.
No acabo de entender la película (lamentable, por cierto) pero recordarla me ha ayudado a asumir nuevamente mi condición de inmortal para concluir que , en realidad, no es mi cumpleaños, porque una cosa es el día que me parieron y otra bien distinta el día en el que tuve la voluntad de nacer, aproximadamente 23 años más tarde. La vida es corta: la mía ha transcurrido como transcurre la de un ratón en su jaula con columpio. Vueltas y más vueltas sin sacar nada en claro, siempre en el mismo sitio, predestinado al lugar que me ha sido concedido, desde donde no puedo hacer otra cosa que girar la rueda de la vida, o de la muerte, y aparecer un día como duende, otro como Hablador, o Fígaro, o bachiller, y al fin como un vulgar bloguero en el marasmo de la red, sin nadie que le eche un ojo a mis letras… Y en las mismas fechas, cada cierto tiempo, una y otra vez… como la rueda prisionera que gira sin fin mientras, en algún lugar inalcanzable, alguien se divierte.
Andrés Niporesas certificó mi defunción, y el mismo día 26 de marzo, 174 años más tarde, ya estaba de nuevo vivito y coleando, con alias incluido, haciendo lo que mejor sé hacer: pasear mi verborrea incontenible, escondido, por miedo a la verdad, bajo el disfraz de un par de nombres, o de apodos, que han hecho fortuna. (Han pasado 2 años. ¡Qué corta y fugaz sigue siendo la vida!). Al contrario de lo que se ha dicho y se ha difundido durante este siglo y medio, si me escondía bajo pseudónimo no era por miedo a la censura, a la cárcel, a la tortura. Era, es, por miedo atroz a la verdad. ¡A quién quería engañar!. Y menos a Dolores. Ella sólo me pedía que fuese yo mismo. Pero una pose, cuando funciona, es demasiado atractiva, viciosa, crea adicción; es causa y fuente de halago , adulación y de admiración; hasta los jóvenes querían escribir, vestir, andar, fumar, beber, hablar como lo hago (lo hacía), con la impostura que me hizo inmortal. Yo para entonces ya sabía que sólo podía quedar uno y me dije “¡al diablo con todo!”. Y aquí estoy, dos siglos después, largando de nuevo en el año de 4707, el año del buey en el calendario chino, con el que dentro de poco el mundo entero contará los días en este siglo que empieza. Según el zodiaco chino, el signo del buey dicta que sin esfuerzo no hay recompensa. Lo mismo que le decía el viejo inmortal al guapo inmortal en la película que he visto. El guionista debió de poner en boca del viejo caballero español, encarnado por Sean Connery, que en la recompensa va la penitencia. De haber ocurrido tan trascendente lance en el mundo real, ahora viviríamos entre tinieblas, porque el chico guapo (Christopher Lambert, inexpresivo como la tecla de la letra i) hubiese dejado las riendas del destino del mundo al bárbaro malvado sin presentar batalla, sabedor de que no hay victoria posible. Y por qué no. Eso es lo que predicaba la estética que me alumbró, o la que me impusieron cuando hibernaba el sueño de los justos sin posibilidad de réplica. ¡Qué solo me dejó dios!
Vuelvo mañana
4 comentarios:
No es cierto que nadie te lea, conste!
Insisto, yo sí te leo.
Bueno, el anónimo era yo... tu ex profesora.... que sólo hoy leyó (algo asustada) la noticiaa sobre la hija de Larra, Baldomera, al parecer un engendro indigno de... ¿Conoces esa hostpria? Da para un novelón, la verdad...
Ana Rodríguez Fischer
Dios se esfumó el día en que en el primitivo dijo : me voy de aquí, que el sol se oscurezca no lo ha hecho ese individuo que dice ser chamán.
Por suerte, la memoria genética no deja de reproducirse a través de los siglos
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