lunes, 12 de noviembre de 2007

La Carretera

Cuando uno lee algo como "La Carretera" de Cormac MacCarthy pueden pasar algunas cosas: hundirte en la depresión más profunda. Llorar. No abrir la boca durante algunos días. Mirarlo todo como si fuese la última vez que lo vas a ver. Hacerlo todo como si fuese la primera y única vez que lo vas a hacer. Buscar deseperadamente la mirada inocente de un niño. Desear poderosamente, fervientemente, ser un niño, tan sabio, tan hombre, tan niño como el niño de "La Carretera". O puede que de repente uno crea en el hombre més que nunca porque, al fin y al cabo, uno lo que ha hecho es, tan sólo, leer un libro. Sin más. Una historia que nos viaja por encima del asfalto de la vida, desnudos, despojados, vestidos a jirones de ropa y de piel, fràgiles, con la imperiosa necesedidad y conivicción de caminar, aunque en el trayecto nos encontremos frente a un espejo devorándonos, literalmente, d e v o r á n d o n o s, y esparciendo nuestros mismos huesos entre las cenizas de nuestra inteligencia, o de nuestra soberbia.

Puede ocurrir también que repitamos una y otra vez la lectura de la última frase de la novela por si encontramos algún rastro de esperanza en su significado. Pero si no lo encontramos, no queda otra que mirar a otro lado, o a todas partes, obsesivamente, compulsivamente, como cuando nos llega la noticia de la muerte de alguien muy querido y pensamos que todavía no, que no era a él, a ella, a quien le tocaba la hora; que alguien equivocó la dirección del dedo y buscamos a ese alguien que decide, al dueño de ese signo inmisericorde, y no está.


Aunque, quizás, leamos esa última frase y encontremos un rastro de esperanza entre el polvo oscuro de la devastación. Entonces, sí, entonces es el llanto amargo. El encuentro con nostros mismos
.

Vuelvo mañana

1 comentario:

Anónimo dijo...

Libro excepcional. Te deja anonadado, hecho polvo, lo llevas en la memoria días y días y días. Lo mejor de lo mejor. Indicado para quien no quiere la literatura como evasión sino como conocimiento y forma de sentimiento.