viernes, 31 de marzo de 2023

La Moraleja, Madrid, año 2041

 


-Ven, hija, tenemos que hablar.

-Voy, mamá, espera un momento que me voy a conectar.

-No, ya lo harás luego. Esto es importante

-Vale. Pero como sea una tontería te acuerdas. Jenny me estaba poniendo al día de lo suyo con Toño. Venga, soy toda oídos

-Es sobre algo que tenía que haberte dicho hace ya algún tiempo, pero no he encontrado el momento, o no he tenido el valor.

-¡Ahora vas y me dices  que soy adoptada! ¡Ay, que me da algo!

-Ni te rías, querida. Es muy serio. Pero antes, quiero que sepas que para mí eres lo más importante de este mundo.

-Ya. Que tú y papá os separasteis porque papá tuvo un lío con otra. Sí, eso ya lo sé. Me lo confesó papá

-No, la cosa no fue bien bien así

-Bueno, pues dime, has conseguido toda mi atención.

-Tu padre no tuvo ningún lío. Discutimos. Discutíamos a todas horas.

- ¿No me lo digas?¡Notición! ¡Eh, mundo, aquí, en La Moraleja, Madrid, Europa, siglo XXI, un matrimonio que discute! ¿Qué haces con eso en la boca?¡No me digas que fumas!

-Sí, hija. He vuelto desde que decidí explicarte la verdad. Y no sé cómo hacerlo

-Joder mamá, suéltalo ya que me estás poniendo muy nerviosa. Anda, dame uno.

-¡Pero, hija!

-Ya…Pásame el mechero. Parece que vamos a tener una mañana de revelaciones.

-Sabes que lo que mejor que he hecho en la vida ha sido tenerte. Siempre te lo he dicho ¿verdad?

-Sí, mamá, eres muy pesada. Venga, canta ya.

-Desde que era bien jovencita lo que más deseaba en el mundo era una Susi, exactamente una Susi como tú. Con tu carita, tu pelo, tus manos, tus peuquitos. Una Susi para mí, para verla dormir por las noches, verla crecer, cuidarla, compartir sus sueños. Mi Susi. Toda mi vida. Mi Susi.

 -No te enciendas otro. ¡Si todavía no has terminado ese!

-Papá y yo discutíamos siempre por lo mismo. Por el mismo tema. Por eso, finalmente, decidió irse. No lo soportaba.

-¡Pero de qué coño discutáis! ¡Venga, que me estás empezando a rallar!

-¡Esa boca, Susi, por favor!

-¡Es que ya está bien! Te estás columpiando mucho ya y me estás poniendo muy nerviosa.

-Tu padre y yo discutíamos al verte, al oírte llorar, cuando empezaste a gatear, cuando cogiste la cuchara por primera vez… Discutíamos por ti, a todas horas, cada día de nuestras vidas, desde que viniste al mundo. Era insoportable…

-¡…! ¿Yo tuve la culpa de vuestra separación? ¿Qué me estás queriendo decir?

-…y la cosa se empezó a poner casi violenta cuando nos encontró y empezó a llamar. Llamaba por la mañana, de madrugada, a todas horas… No lo aguantó más. No podía con los remordimientos, y se fue, y nos dejó solas. Pero me da igual. Yo te tengo. Estamos juntas. Él nunca lo tuvo claro

-¡¿Pero quién os llamaba?! ¡Qué hostias era lo que no tenía claro papá!¿Qué tenía que aguantar?

-Por favor, no te pongas como él. Vamos a llevar esta conversación lo mejor posible, Susi, cariño. ¡Y no fumes más!

-Mira, como no empieces a desembuchar de una vez, aquí te quedas, y me voy a mi cuarto, que Jenny estará ya mosqueada.

-Mi Susi, mi pequeña Susi… Cómo decirte… ¿Recuerdas las fotos del día de tu nacimiento, conmigo en brazos, sobre la cama del hospital? ¿recuerdas tus ojitos cerrados de recién nacida y yo mirándote como si te mirase mi propio corazón?

-Sí, claro que las recuerdo. Las miras muy a menudo. No sé a cuenta de qué sacas ahora lo de esas fotos. Sobre la mesa del recibidor hay una enmarcada en plata que vemos cada día al entrar. Tienes cara de cansada, como de no haber dormido en una noche, y no me extraña. Te di guerra para nacer. No entiendo a qué viene ahora la tontería de esas fotos.

-Yo estuve allí, mi vida. Estuve allí, naciéndote. Te lo juro. ¡Te deseaba tanto!¡Deseaba tanto que fuese de verdad!

-¿Que fuese de verdad qué, Mamá? Ahora sí que me estás asustando. Te estás pasando ya tres pueblos con esta tontería que hoy te ha dado. ¿Qué es lo que tenía que ser de verdad?

-Siéntate, Susi, mi cielo. No te sulfures. Siéntate aquí, conmigo, con mamá. Está bien, como quieras. Entiendo que esté nerviosa, pero preferiría decirte esto dándote la mano, muy cerca las dos. Me ayudará. Y a ti te hará bien ¿No? Como tu desees. La cosa es que esas fotos me las hizo un enfermero. Tu padre no quiso estar. Se quedó en el bar, esperando noticias. Decía que no estaba preparado.

-¡Vaya! ¡Un enfermero fotógrafo! No tenía el enfermero nada mejor que hacer.

-Estaba allí para eso, para hacer las fotos. Iba incluido en el precio.

-Las clínicas privadas piensan en todo…Parecen más empresas de eventos que lugares donde  curar enfermos. La cosa es facturar, como las líneas áreas. Equipaje, apoquina; asiento en ventanilla, apoquina; maletita en cabina, apoquina. Las clínicas privadas igual. Foto de parto, trinco trinco; sábanas estampadas, trinco trinco; tele por cable; trinco trinco…

-Ven, anda,  siéntate conmigo. Estaremos mejor. No. No me refería al precio del parto.

-Mira, mamá, esto ya pasa de castaño a oscuro. ¿Pero qué es lo que te ha entrado hoy, así, de repente? ¿Dónde vas? ¿Y ahora bebes? ¿También bebes? ¿Desde cuándo le das?

-Qué más da, Susi, qué más da. Insisto en que te sientes. Si no quieres conmigo, lo entiendo. Pero es mejor que te sientes. Toma, otro trago para ti. También te ayudará. La semana próxima hará 18 años que naciste. Eras una preciosidad, igual que ahora, y yo la mujer más feliz del mundo. En seguida vimos la misma nariz de tu padre y su misma cara alargada.

-Sí, es cierto, de ti no he sacado nada. Sólo el vicio del tabaco, y ahora, posiblemente, el del whisky.

-Claro que no tienes nada de mí. Solamente mi amor infinito, porque yo no te di a luz, cielo mío.

-¡…!

-No, por favor, siéntate. Es mejor. Contratamos a una mujer en Chicago a través de una agencia. Ella necesitaba el dinero. Casi no podía mantener a su familia. El banco y el propietario de su vivienda les iba a dejar en la calle, a ella y a sus dos hijos. Cada mes le ingresamos en su cuenta dos mil quinientos dólares. La inseminaron con una muestra de tu padre. ¡Susi! ¡¿Te encuentras mal, amor mío?! ¡Susi, por Dios! ¡Has dejado el almuerzo hecho papilla en la alfombra! ¡Por dios santo, qué olor! ¡Vamos! ¡Te acompaño al baño!

(…)

-Así, hija,  apoya la cabeza sobre el cojín. Ahora llamo a Lola para que te caliente una manzanilla

-¡No quiero nada, mamá! ¡No quiero nada, o tú, Ana, o quién coño digas que seas!¡Pero a mí no vuelvas a llamarme hija en tu puta vida! ¿Dónde está? ¡¿Dónde puedo encontrarla? ¡Dime, dónde!

-A quién te refieres, querida

-¡Y dale ¡¡Que no soy tu querida! ¿A quién va a ser? A la mujer que me llevó en el vientre y que me parió por… ¿Por cuánto? ¿Cuánto le pagasteis a esa pobre mujer por llevarme dentro de su barriga, por abrir las piernas, romperse la piel, cagarse sobre las sábanas y renunciar para siempre a su hija? ¡Su hija, mamá, su hija! ¡Cuánto! ¡Dímelo ya, hostia!¡Dímelo!

-Además de los dos mil quinientos dólares mensuales en pago por la gestación, creo que fueron otros veinte mil al nacer.

-¿Crees? ¿Crees? ¡Deberías haberte marcado la cifra en la piel con un hierro a fuego vivo entre el ombligo y tu santo coño!  Así, al menos habrías sentido algo en el momento de mi nacimiento, y lo recordarías de por vida. ¿Pagas por algo así y no recuerdas ni lo que pagas? ¿Pero qué te crees que es la gente, un descapotable, un mueble, ese puto sofá de piel de bisonte en el que te sientas a ver fotos de una infamia? Ya lo entiendo. Estás convencida de que todo tiene un precio. Todo. Las cosas, las personas, incluso la maternidad. La pasta te lo permite todo. Humillar si es necesario. 

-Hija, yo… No, no. Creía que lo entenderías. ¡Yo te deseaba tanto!¡Me sentía tan sola! Tu padre siempre de aquí para allá y

-¡Joder, tú, Ana, o como te llames! Haberte comprado otro perro, o mejor, un loro, así al menos mantendrías una conversación interesante con alguien. Y si tanto deseabas ser mamá y no podías, te informo, a ti que lo sabes todo, de que existe algo que se llama adopción, y que hay millones de niños a los que podrías sacar de la miseria. Pero claro, la señora es muy señora, y es supermoderna toda ella, y tiene pasta que se le sale por las orejas. Y no, adoptar es cutre. Lo que mola es buscar una pobre mujer en la miseria para que acepte ser esclava de una supuesta vocación maternal, y entonces, aspirando un poco de incienso de lavanda te vendes a ti misma la espiritualidad de dos almas unidas en el mismo propósito de traer una puta vida al mundo, y te autoconvences, porque tú lo vales; y si los demás no entienden tus necesidades, pues que les den por culo.

-¿A dónde vas? ¡Susi! Espera hija. Deja a Jenny para otro momento

-Me la suda Jenny y me la sudas tú. Ahora mismo cojo algo de ropa y me marcho de aquí. Me das náuseas tan solo respirar el mismo aire que respiras.

-No digas tonterías; anda baja. ¡Susi!

(…)

-¿Pero dónde crees que vas?

-Que me voy, tú, quien seas, que me voy de aquí. Y si quieres saberlo, me voy a Chicago, a buscar a la madre que me parió.

-Pero hija, no seas así. ¿Dónde vas a ir, así, con lo puesto? ¿Cómo vas a pagar un billete? ¿Y dormir? ¿Dónde vas a dormir? No sea chiquilla. Entiendo la impresión que te ha causado, y que no hayas digerido bien la noticia, pero…

-…¿Y tú me preguntas que de dónde voy a sacar el dinero? ¿De verdad quieres que te lo diga? ¿De verdad quieres saber de dónde voy a sacar la pasta para conocer a esa pobre mujer a la que humillaste? ¿De verdad no crees que soy capaz de cualquier cosa con tal de abrazar a mi madre? Mira, Ana,  mira bien este vientre, porque es muy capaz de albergar una vida. ¿O crees que no soy capaz?

-¡No!¡Ni hablar!¡Ni se te ocurra pensarlo! Tu madre soy yo. Yo te he criado, te lo he dado todo, desde el primer día, desde antes de vieses la luz. La primera piel humana que tocaste fue la mía. Eres mía y no vas a cometer semejante estupidez. Ni me vas a dejar otra vez sola y mucho menos te vas a convertir en una desgraciada como…

-…¡Dilo! Anda, dilo ¡En una desgraciada como mi madre,  mi madre la de verdad! ¿No es eso? Pues estoy decidida. Nada mejor que experimentar lo que ella pasó. Así, además, podré viajar a Chicago, la encontraré y la ayudaré, y tendremos algo con lo que empezar a vivir. ¿Pero qué haces?¡Suéltame! ¡Que me sueltes he dicho!¡Me haces daño!

-¡Susi!¡Lo siento! Levanta, hija. Anda, levanta. Has tropezado. ¡Susi! ¿Qué te ocurre, Susi? No seas chiquilla y deja ya de hacer teatro. Venga, despierta, bobina. Ya está bien de bromas. Ya lo he captado. Me doy por castigada. Lo merezco. Venga tontina. ¡Susi! ¿Pero que es esto que te sale del oído? ¿Tenías un granito, mi cielo? Susi, ¿por qué no me respondes?

9 comentarios:

Javier dijo...

Buenísimo, me he reido tanto como horrorizado con el final además de provocar una interesante reflexión. 👍🏻👍🏻👍🏻


copio un trocito que me ha hecho reir a carcajadas por lo fiel al tono de una conversación tipo

-¿Crees? ¿Crees? ¡Deberías haberte marcado la cifra en la piel con un hierro a fuego vivo entre el ombligo y tu santo coño!

El Pobrecito Hablador del Siglo XXI dijo...

Un abrazo, Javier
Gracias por tu tiempo y por tu interés
¡Salud!

Anónimo dijo...

Esperaba un final mas a tono con lo cómico, pero con el que has elegido, nos haces ver que este asunto es una tragedia desde principio a fin.
Está mejor elegido un final como el de Hildegart que el de aquellos muchachos y muchachas argentinos que no quisieron reconocer que aquellos a los que llamaban padres y de los que habían recibido grandes dosis de cariño, no eran otra cosa que unos seres despreciables que habían torturado y matado a sus verdaderos padres.
Muy bueno, ¡Si señor!
J.C.

El Pobrecito Hablador del Siglo XXI dijo...

Esta es la prueba del algodón moral y ético: ninguna "madre" contratante permitirá nunca que su hija, gestada en un vientre de alquiler, a su vez alquile algún día el suyo para vender después al bebé nacido.

Y lo demás son cuentos chinos con los que los que pretender hacer pasar como un trato entre iguales lo que a todas luces es infamia, indignidad, humillación, esclavitud y aprovechamiento inmoral de la miseria y de la necesidad. La gestación subrogada es, lisa y llanamente, comercio de niños.
Muchas gracias por participar, J.C.
¡Salud!

Anónimo dijo...

Pues no es que yo quiera ponerme escatológico, pero me pregunto si no es verdad que en las raíces del afán universal de paternidad/maternidad, ese que nos mueve a engendrar criaturas de nuestra propia sangre, late en realidad la misma motivación egocéntrica y vanidosa que ha llevado a "Ana" a protagonizar tu entrada, Hablador... aunque lo revistamos de generosidad y entrega a la nueva vida gestada. En fin, si estoy diciendo una animalada me lo decís y punto.

El Pobrecito Hablador del Siglo XXI dijo...

Creo entender por donde vas. La verdad, no soy yo muy legítimo(ahora que está tan de moda el adjetivo) de hablar sobre paternidades/maternidades naturales. Nunca he sentido la necesidad de procrear, y y ni tengo hijos ni los tendré.
Tras casarme, mi decisión y la de mi amor fue radical. No tendrñimos descenedencia. Al pasar de los primeros años, la familia empezaba a impacientarse. ¡Qué, y vosotros a qué esperáis!. Otros nos compadecían porque creían que no podíamos concebir. Nosotros respondíamos con la verdad: no queremos ser padres; no queremos tener hijos. La contrarespuesta era tan maledudada e impertintente como inquisidora: "Sois un par de egoistas. ¡Mira que no querer traer un hijo a este mundo!¡Todo para vosotros!"
Ahí, ya nos callábamos. Que pensasen lo que quisiesen.

A veces decía, por aquello de la última palabra: "No se se puede se egoísta con algo que no existe. Es imposible" y ahí se acababa la discusión.
Tengo familia directa qhe han decidio ser padres y madres muy tarde, y creo que han tomado una mala decisión. Creo que han actuado con sumo egoísmo. Sus hijos vivirán la plenitud de sus días junto a ancianos a los que tendrán que atender, sacrificando sus ambiciones y sus días

De modo, que efectivamente, estoy contigo cuando afirmas que la m/paternidad, entre otras cosas, es un acto de egoísmo. Ahora bien, traer una vida al mundo de modo natural o rescatarla de la miseria en un proceso de adopción no tiene parangón ninguno con el llamado proceso de subrogación que, en mi opinión, es el epifenómeno capitalista por antonomasia. Ya lo dije antes: la prueba del algodón moral es la que se da en mi pequeño relato: ninguna "madre" contratante permitirá que su "hija" gestada en un vientre alquilado actúe algún día de la misma manera. La gestación subrogada es trata de personas, tráfico infantil, explotación femenina. Ya se pueden rodear de inciensos espirituales quienes tienen el poder económico de comprar una gestación en vientre ajeno, que no hay por donde legitimarlo, ni ética ni moralmente

Un abrazo, quien quieras que seas. Te agradezco mucho tu participación, tu interés y tu tiempo
¡Salud!

El Pobrecito Hablador del Siglo XXI dijo...

Disculpa la ortografía y los errores al teclear

Anónimo dijo...

Sí, sí, completamente de acuerdo en q la gestación subrogada es trata de personas al más puro estilo capitalista. Y q la adopción es la alternativa altruista más evidente. Salud, amigo

El Pobrecito Hablador del Siglo XXI dijo...

Un abrazo