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jueves, 13 de mayo de 2010

El Manifiesto C. (Resumen ejecutivo)


Una carcajada sonora recorre Europa: la carcajada del capitalismo. Contra esa carcajada nadie se ha conjurado. Ni las potencias de la vieja Europa, ni el Papa, ni la Unión Europea, ni Obama, ni Merkel ó Sarkozy, ni siquiera los radicales ingleses y los polizontes españoles. ¿Hay un solo partido que no se haya sumado a la gran carcajada? ¿Hay un solo partido del gobierno y de la oposición que no se ría abiertamente a la cara de los ciudadanos cuando explican que para luchar contra la crisis hay que dar más prebendas a sus causantes?.

De este hecho se desprenden dos consecuencias. La primera, que el capitalismo ya se halla reconocido como un poder por las potencias Europeas. La segunda, que ya es hora de que los capitalistas expresen a la luz del día y ante el mundo entero, sus ideas, sus tendencias, sus aspiraciones, saliendo así al paso de los maledicentes que dudan de la sinceridad de tamaña carcajada, propiciada por el estado de la cuestión. Por tanto, no va hacer falta escribir manifiesto alguno, más que poner atención a los diferentes matices de esta risa sin cuartel. (De hecho este manifiesto se autodestruirá dentro de cinco minutos y dejará paso a otro que se venda más y cause risas más sonoras.)


Con este fin se han reunido en lugar secreto los EE.UU, la UE ,el FMI, el Banco Mundial, el grupo de los 9, el subgrupo de los 20, 30 presidentes de sus correspondiente transnacionales y representantes diplomáticos de tres paraísos fiscales, para reír sin prisas pero sin pausa, sin freno, sonoramente. Porque la risa es, camaradas, el lenguaje más internacional que existe.
Hasta nuestros días, la Historia de la humanidad ha sido una historia de la lucha de clases. Libres y esclavos, patricios y plebeyos, señores feudales y siervos de la gleba, maestros y oficiales; en una palabra opresores y oprimidos, siempre frente a frente, enfrentados en una lucha ininterrumpida, unas veces encubierta, y otras franca y directa, en una lucha que conduce siempre a la hilaridad continuada, permanente y escandalosa.[…]

[…]Los capitalistas no tienen por qué guardar encubiertas sus ideas e intenciones. Abiertamente declaran que sus objetivos sólo pueden alcanzarse con el chantaje, la complicidad de los gobiernos, con el engaño, con la desinformación, con el miedo, con la perpetuación de falsos supuestos y la consolidación de sus modelos de gobierno, de estado, de relaciones sociales y económicas cómo únicos posibles; con la violencia de Estado abierta e impune, y por qué no, con la guerra. Tiemble si quiere el pueblo ante la realidad del capitalismo. Con él cree que lo tiene todo, cree que es libre, sin reconocer el peso de las cadenas que arrastra.


¡Capitalistas de todos los países, uniros!


Vuelvo mañana