Observa atentamente el mar
desde la orilla
y reposa tu mirada sobre el horizonte
Ahora que ya comprendes el infinito,
espera atento a que enarbole su cresta
la
primera ola
Contempla la espuma rosácea resplandecer
ante la luz concluyente del sol poniente
Mírala romper
y sigue su estela
hasta tus pies
Cuando ya nada quede
más que arena y piel mojada
descubrirás el tiempo total de tu existencia
4 comentarios:
Muy bueno. La última estrofa es de antología.
Saludos.
Te lo agradezco mucho, Francesc. Eres muy amable
¡Salud!
Me gusta tu poema.
Yo no soy de mar y tengo serias dificultades para saborearlo, como lo hacen los que nacieron cerca de el, pero este poema es completamente aplicable a las nubes que, en primavera se van deslizando, una detrás de otra, desde la cresta de mi querida "campiña" (extraño nombre para una montaña) y que tantas y tantas veces me han extasiado y han parado mi tiempo, sentado en una peñita de mi "alto de la muela".
No hace falta jubilarse para saborear la vida.
Llevo días preguntándome sobre la fascinación que ejerce el mar y he llegado a la conclusión de que es debida a la sensación de infinito ingobernable, a una especie de hipnosis que ejerce el horizonte y que actúa sobre sobre nosotros, como si fuera el fin al que estamos abocados.
El otro día lo miraba al tiempo que miraba ala orilla, y entonces entendí el tiempo humano, el tiempo de nuestra existencia, que no va más allá de lo que tarda una ola en llegar a la orilla, dentro del tiempo eterno que es la inmensidad del océano.
El título del poema viene dado porque llegada a la edad de la jubilación, probablemente entendemos mejor que somo apenas una enécdota cosmológica. Y no pasa nada porque así sea.
Un abrazo, J.C.
¡Salud!
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