miércoles, 13 de enero de 2016

Tampoco hay consuelo para la buena muerte



Quería empezar escribiendo que ayer pensaba en la pasada noche de fin de año, pero no me convence la idea, porque  intuyo que un inicio así, tan lejos de la actualidad, tan descolgado en el pretérito, no puede deparar más que algún que otro recuerdo, y lo que yo quiero es olvidarme para siempre de dos mil quince, de sus mentiras, de sus mediocridades, de sus traiciones y de sus ausencias, sobre todo de las ausencias, porque dentro de nada llegará el día en el que la madrugada me invadirá con la primera  conmemoración de una muerte que presumí imposible;  porque el consuelo de una buena muerte no evita un profundo vacío que se ha instalado a lo largo de los días,  furtivamente,  dentro, en algún rincón  de mi cuerpo  todavía sin identificar y que me ha provocado un peso  triste que arrastro desde hace algunos meses, sin llegar a  comprender  qué diablos es lo que me está ocurriendo.


Por eso, cuando subrepticiamente  me conquista  el dolor de la privación de tener a alguien a quien necesitaba ver durante todos los días de mi vida y  percibo una carga de desasosiego sobre el alma que nunca antes había soportado, lo único que ambiciono es la soledad de mi nostalgia, degustar lejos de los hombres  el sabor amargo de mi pesadumbre y salvar esta pena solitaria en una mirada azul al cielo de invierno, donde  poder vislumbrar recuerdos de infancia y crear sobre el vacío del aire la presencia añorada, la figura de aquel a quien creía eterno.

9 comentarios:

  1. Ánimo y fuerza.

    Un abrazo, Ester

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  2. Hope someone how takes care of me....

    Absolutamente sincera tu entrada. Un abrazo muy fuerte

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  3. Espero que el tiempo mitigue un poco ese gran dolor. Un abrazo.

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  4. Parece, según dicen, que el tiempo apacigua la pena, pero no es capaz de borrar la nostalgia porque nada puede contra los recuerdos
    Un abrazo, Babe

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  5. No sé quién dijo que la vida, en vez de darte cosas, te las quita.(gran verdad y gran putada)
    Por muy en avanzada edad que lleguen las ausencias de nuestros seres queridos, siempre lo hacen pronto.
    Sientes la necesidad de su contacto, de sus risas, de sus comentarios...
    Sin intención de frivolizar, yo lo comparo a "dejar de fumar" los primeros días te subes por las paredes, los meses siguientes te pones la mano en el bolsillo de la camisa cada dos por tres, y cuando han pasado años, te acuerdas sin olvidar.
    Un abrazo muy fuerte.

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Muchas gracias por leer esta entrada y por tus comentarios.