A quien me ama, amor. A quien me odia, amor de decirle amor. Amor a quien camina y me conoce y me niega el saludo, amor de decirle amor.
Amor a la luz que refulge verde en el campo verde cuando recién se estrena la blanca flor del almendro que ha crecido junto a la pared pendiente de pintura pintada con amor futuro de hogar donde habrá amor. Amor al barbecho que descansa, agotado, y que con amor cuida el hombre que decide premiarlo evitándole hogaño la herida del arado, para tejer con amor una bandera con el color de la hierba y de la tierra oscura; una bandera sin himno ni patria, ni pueblo que le cante con amor, que se iza y ondea sobre el camino, como la estandarte orgulloso que señala un lugar sin memoria, apartado en el olvido.
Amor a los gritos salvajes, impetuosos, de la cinco de la tarde que despiertan los pueblos amodorrados en la siesta apacible y silenciosa, y que súbitamente, en tremenda explosión de gozo, llenan las calles de energía desatada, prisionera durante un largo día de encierro, entre un griterío agudo extremo colegial que brota en rama verde todavía.
Amor al sol, y al calor que, igual que novios mojigatos, se han hecho esperar en este año de las nieves. Amor al aire fresco que eriza la piel en la mañana y que se llena de amor al levantar el día para regalarnos suaves brisas de atardecer mientras leemos, sentados en un banco, una hermosa frase , el verso de un poema, y de poco en poco, al levantar la vista para rumiar la canción, ver cómo el cielo se enrojece y se despide de la luz, otra vez la luz, y nos da paso a las noches del amor bajo los vértices de lunas crecientes que auguran carne, pasión, plenitud y dicha.
Amor al mar que añora mis huellas sobre su arena; al mismo mar al que le debo la gloria de tiempos que se llevó consigo, porque en cada ola con que besa la orilla, borra para siempre el instante preciso en que mi andar se detiene, por ver sobre su horizonte, restos de nubes rasgadas señalando a la noche que emerge encarnada. Es la misma noche de amor, aquí, lejos del fragor marinero, la que me trae desde el confín de los vientos, el olor del salitre y el frescor de sus aguas añiles, enfriadas por la nieve blanca: aroma camuflado en el viento del Este que presagia un susurro estival con canción de sirena.
Amor de sentir el impulso de cantar al amor, y al color, y a la luz y a la vida que explota y florece ahora, mañana. Amor a quien desprecie estas letras, que no son amapolas rojas sobre campo verde, ni siquiera tinta azul sobre papel, porque son letras del alma mía, arrancadas en abril. Cuando el otoño desnude al árbol y del invierno me abrigue al calor de mi amor, contemplaré su color marchito y al poco, casi sin darme cuenta, escribiré de nuevo, despacio, con amor, que es primavera, primavera de amor.
Amor a la luz que refulge verde en el campo verde cuando recién se estrena la blanca flor del almendro que ha crecido junto a la pared pendiente de pintura pintada con amor futuro de hogar donde habrá amor. Amor al barbecho que descansa, agotado, y que con amor cuida el hombre que decide premiarlo evitándole hogaño la herida del arado, para tejer con amor una bandera con el color de la hierba y de la tierra oscura; una bandera sin himno ni patria, ni pueblo que le cante con amor, que se iza y ondea sobre el camino, como la estandarte orgulloso que señala un lugar sin memoria, apartado en el olvido.
Amor a los gritos salvajes, impetuosos, de la cinco de la tarde que despiertan los pueblos amodorrados en la siesta apacible y silenciosa, y que súbitamente, en tremenda explosión de gozo, llenan las calles de energía desatada, prisionera durante un largo día de encierro, entre un griterío agudo extremo colegial que brota en rama verde todavía.
Amor al sol, y al calor que, igual que novios mojigatos, se han hecho esperar en este año de las nieves. Amor al aire fresco que eriza la piel en la mañana y que se llena de amor al levantar el día para regalarnos suaves brisas de atardecer mientras leemos, sentados en un banco, una hermosa frase , el verso de un poema, y de poco en poco, al levantar la vista para rumiar la canción, ver cómo el cielo se enrojece y se despide de la luz, otra vez la luz, y nos da paso a las noches del amor bajo los vértices de lunas crecientes que auguran carne, pasión, plenitud y dicha.
Amor al mar que añora mis huellas sobre su arena; al mismo mar al que le debo la gloria de tiempos que se llevó consigo, porque en cada ola con que besa la orilla, borra para siempre el instante preciso en que mi andar se detiene, por ver sobre su horizonte, restos de nubes rasgadas señalando a la noche que emerge encarnada. Es la misma noche de amor, aquí, lejos del fragor marinero, la que me trae desde el confín de los vientos, el olor del salitre y el frescor de sus aguas añiles, enfriadas por la nieve blanca: aroma camuflado en el viento del Este que presagia un susurro estival con canción de sirena.
Amor de sentir el impulso de cantar al amor, y al color, y a la luz y a la vida que explota y florece ahora, mañana. Amor a quien desprecie estas letras, que no son amapolas rojas sobre campo verde, ni siquiera tinta azul sobre papel, porque son letras del alma mía, arrancadas en abril. Cuando el otoño desnude al árbol y del invierno me abrigue al calor de mi amor, contemplaré su color marchito y al poco, casi sin darme cuenta, escribiré de nuevo, despacio, con amor, que es primavera, primavera de amor.
Vuelvo mañana
El almendro en flor que ilustra esta entrada es obra de Tesa Crespo. Se lo regaló a mi amor hace ya algunas primaveras. Con cariño y con el permiso de las dos.
El almendro en flor que ilustra esta entrada es obra de Tesa Crespo. Se lo regaló a mi amor hace ya algunas primaveras. Con cariño y con el permiso de las dos.
Amor amor, un hábito vestí...
ResponderEliminar¿Remember?
Y el mar...
toujour recomencé.
¡Que gocéis y descanséis!
Sí, parece que con la primavera el amor rezuma por todos los rincones, ya que con la vida que nace todo brilla.
ResponderEliminarPero cuando ya hemos vuelto a la realidad del día a día, los que no nos aman continuan igual, y los que no amamos a los que no nos aman, también.
Un abrazo, NENA
Amor al amor breve.
ResponderEliminarAmor te doy, que de amor me llenaste con la imagen del almendro florecido.
ResponderEliminarTu prosa de hoy, Mariano, es prosa hecha poesía, todo un canto a la primavera, toda una declaración de amor a lo existente, a lo que te quiere y a lo que no te quiere.
Con amor agradecido, te mando un beso grande.
¡Salud, Mariano José!
Ana, he buscado el poema de Garcilaso. No sé si calificarlo de divertido, irónico o descreído.
ResponderEliminarBuenas vacaciones para ti también Ana.
¡salud!
Nena.
Estoy de acuerdo pero a veces a los que no nos aguantan se les atraganta el discuro cuando les mostramos un gesto de amor: les descoloca y, es posible que entonces algo cambie
¡salud!
Querida profesora neoyorquina. (¡heroina neoyorquina!)
ResponderEliminar¿Breve lo bueno? No sé si ahora vamos a estar demasiado de acuerdo: Lo bueno siempre largo, largo, muy largo, y mucho, mucho, en cantidades imgentes, que no se acabe nunca. Amor al amor eterno.
¡salud, Ms Frutos!
Isabel,
Así es Isabel. por fin ha salido el sol, y vemos el cielo, y me da el aire en la cara, y ahora quiero a todo el mundo, hasta a los que no me quieren. Me dan ganas de cantar mientras camino, de no dormir para aprovechar las horas...
¡Un abrazo fuerte Isabel!
De acuerdo contigo,sólo que lo largo a veces...nada que hay que tener una sensibilidad especial para valorarlo siempre en su justa medida.
ResponderEliminarNo me hagas caso, yo también amo la luz, es como si de pronto despertaramos de ese letargo. Es cierto, la luz nos hace mejores.
Por cierto, qué bien escribes!, pero eso ya lo sabes.
Salud querido Mariano!
Es verdad que a veces lo largo, lo extenso, excesivamente extenso no hay quien se lo trague, y que muchas cosas y hechos que son tan esenciales, sólo con nombrarlas ya bastaría.
ResponderEliminarGracias por el cumplido Ms Frutos.
¡Salud!
Gracias por traernos la amorosa primavera con tu bello escrito. Al menos tus gritos de amor no son de amor sufrido, sino de amor querido. Un fuerte abrazo.
ResponderEliminarGracias a ti por estar aquí Carlos. Así es, mis gritos son de gozo, como los gritos de los niños cuando salen del cole. ¡Esta luz es maravillosa!
ResponderEliminar¡Salud Carlos!
Demasiado empalagoso con tanto amor,el amor no se habla se hace.
ResponderEliminar¡Di qué si! para qué hablar. ¡pim pam pim pam y hasta luego Lucas!!
ResponderEliminar¡salud y amor, mucho amor!
Se me olvidaba..¡feliz primavera!
ResponderEliminarThe same for you my friend!
ResponderEliminarUn amor así, tan amplio y completo como el que describes, debería inundar el mundo y florecer como ese almendro. Saludos cordiales.
ResponderEliminar¿Verdad que sí Isabel? Todo sería diferente. Quizá dependa de cada uno de nosotros.
ResponderEliminar¡Salud Isabel! Sigo tu fantástico blog
La primavera en la juventud es primavera,si no eres joven, la primavera es tan sólo una estación del año.
ResponderEliminarTe veo un poco depre anónim@.
ResponderEliminarMira: a mis 200 años el cielo azul, la luz, el aire que revuelve y arranca la flor del almendro, me tonifica, me devuelve a la vida
Eso, y una cervecita fresquita, bebida en botella, mientras cocino un arrocito en compañía de mi amor, en primavera. ¿Se tiene edad para eso?
¡salud y amor amig@!
Te estás equivocando conmigo,para mí las primaveras y espero que por muchos años más ,aún son primaveras de juventud ,porque soy muy feliz y me siento joven y con muchas ganas de vivir intensamente. Será muy triste para los que la primavera sólo signifique una estación del año,no es mi caso,pero por desgracia ocurre. Enhorabuena porque tu primavera tambien está muy bien.Te deseo lo mejor.Y ese arrocito cuidadin que no se pase, ¿lo pillas?
ResponderEliminarMe alegro amig@.
ResponderEliminarJe, je, creo que si, que lo pillo...
¡Salud!
La primavera, de larga e intensa esencia literaria (ya no digo poética, que suena mal) te socorre y nos socorre, tras un invierno bastante duro. Me gustó también tu prosa poética (ya no digo literaria, que suena peor). Como siempre, qué gran placer leerte.
ResponderEliminarQué suerte teneros aquí siempre, en primavera y en invierno, así caigan chuzos de punta
ResponderEliminarUn abrazo Ramón
"A coisa máis divina que há no mundo é vivir cada segundo como nunca mais” decían Vinicius De Moraes, Toquinho, María Creuza Y María Bethania... pero sí, los instantes siempre son más intensos en primavera. Una gozada, tu entrada de hoy Mariano. Felices vacaciones. ¿Mar o montaña?
ResponderEliminarA leer la letra de la canción me sale la música sola. Gran canción, en "La Fusa"
ResponderEliminarY de momento sin vacaciones, en el currele, levantando el pais, como los buenos (los buenos primos, quiero decir). Imagino que irás para Castrillo . Disfrutad de fresquito serrano, del vuelo de los vencejos, del Taquio clarete, de las campanas a media noche, y de todo de todo
¡Salud y recuerdos Belen!
Pues sí; tras este durísimo invierno (y con muchas actividades de los niños y no tan niños los fines de semana, y sin haber podido ir ni un fin de semana)como que yo lo tengo a deseo... aunque va a hacer frío, no importa. Salud para tí también Mariano
ResponderEliminarHasta amistades que se daban por muertas renacen ¿será por la primavera?
ResponderEliminarSerá, será... o porque son amistades de verdad, que seguramente guardan buenos recuerdos.
ResponderEliminar¡salud!