Nadie suele reparar en el terrazo que pisa. Nadie fija la atención en las piedras de las paredes, o en las taras que el tiempo graba sobre el falso tabique. A poco que uno observe con cierto interés, distingue ojos, narices y bocas; rostros y muecas. Yo no les temo; no dicen nada; solamente están ahí, como tú y como yo.
Vengo del tiempo para ver y para hablar de nuevo. De lo que me parezca. De lo que me venga en gana. Yo sí estoy de vuelta de todo. Vengo buscando a Dolores, por si no se ha olvidado de mi. Vengo a conocer al hombre nuevo del siglo XXI. Vengo a vivir las vidas que quise vivir pero que no existían. A eso vengo.
lunes, 8 de febrero de 2016
Los espejos de Bélmez
Nadie suele reparar en el terrazo que pisa. Nadie fija la atención en las piedras de las paredes, o en las taras que el tiempo graba sobre el falso tabique. A poco que uno observe con cierto interés, distingue ojos, narices y bocas; rostros y muecas. Yo no les temo; no dicen nada; solamente están ahí, como tú y como yo.
El anonimato de un rostro es lo que le confiere fuerza.
ResponderEliminarEster
Miedo, incertidumbre, inquietud, una pizca de misterio si la máscara es algo diferente a los rasgos humanos y, sobre todo, un profundo desasosiego por no saber si el anónimo en realidad es uno mismo
ResponderEliminar¡Salud!